Felipe García, su presencia en Colombia

 

Cuando recibí la invitación para participar como invitado especial del XXV Concurso Nacional del Bambuco de Colombia no podía disimular la felicidad de saber que formaría parte de tan prestigiado certamen bambuquero. De inmediato comencé con los trámites para obtener los papeles necesarios y el capital para el pasaje, ya que los gastos de mi estancia, tales como hospedaje, transportación terrestre y alimentación correrían a cargo del comité organizador.

No niego que iba con muchas expectativas de apoyo por parte de las autoridades culturales de mi estado; sin embargo, me encontré con puertas cerradas, negativas, evasiones y excusas. Mi ánimo no decayó y acudí a los amigos, quienes con lo que pudieron colaboraron en gran parte con mis gastos, siendo doña Teresita Sosa de Cárdenas la impulsora definitiva de mi viaje. Agradezco profundamente a Guayaberas Ramírez que, en cuanto supo de mi viaje, tuvo el gran gesto de obsequiarme una guayabera, la cual estrené la noche inaugural del Concurso Nacional del Bambuco.

 

 

Ya con boleto en mano abordé uno de los primeros viajes de la ruta de Interjet que partía de la Ciudad de Cancún, Quintana Roo, México con destino al famoso aeropuerto de El Dorado en Bogotá, Colombia. El corazón se me salía del pecho cuando comencé a vislumbrar las primeras imágenes desde mi asiento de una de las ciudades más importantes de Colombia.

 

 

En El Dorado tomé un vuelo de interconexión para llegar al Eje Cafetero de Colombia, siendo recibido en el aeropuerto de Pereira por mi buen amigo y hermano Gilberto Cardona López. El paisaje Cafetero es realmente impresionante y su gente maravillosa, me sentí realmente como en casa.

 

 

La ciudad de Pereira, con sus calles limpias, su gente amable y su paisaje rodeado de montañas, me pareció encantadora y digna de un próximo retorno para caminar nuevamente sus calles. Sus iglesias y monumentos son únicos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi guitarra aguardaba impaciente el momento de presentar en público aquellas canciones mías que ella se sabía tan bien, ya que en su seno de madera nacieron las melodías que arroparon con tanto amor mis versos… versos nacidos en las largas noches de desvelo de un corazón enamorado de la vida.

 

 

 

 

Una de mis primeras actividades en tierras colombianas fue la prueba de sonido en el teatro Santiago Londoño de Risaralda, ahí Gilberto me presentó a quien sería mi acompañante en la noche de apertura del Festival, el tiplista y guitarrista Paulo Andrés Urrea Morales, un joven talentoso que se aprendió de inmediato los preludios de tres de mis bambucos que interpretaría durante el intermedio del certamen.

 

 

 

 

 

 

 

La inauguración fue impresionante con la participación de la Orquesta de Cuerdas Pulsadas de Risaralda. En el intermedio me presentaron e interpreté, con el acompañamiento maravilloso del tiplista Paulo Urrea Morales, tres de mis composiciones, dos de ellas en versión bilingüe, Español y Lengua Maya.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Luego de ello tuve otras presentaciones en Pereira Plaza y en la Ciudad de Armenia, Departamento del Quindío, precisamente en la Casa Museo Musical del Quindío.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La convivencia con los maravillosos músicos, jóvenes y veteranos, pero todos ellos de una gran calidad musical, fue realmente genial, nos transportaron a una finca donde degustamos la comida deliciosa que uno de los patrocinadores proporcionara.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El recorrido posterior al festival no fue menos emocionante que el festival en sí, pues mi amigo Gilberto Cardona fue un anfitrión de primera, me llevó en recorrido por el eje cafetero, recorriendo Cartago, Santa Rosa de Cabal, Manizales, Villa María, Fundadores, etc.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una de las partes más emocionantes fue el paseo en el Teleférico de Fundadores a Villa María y degustar la famosa Bandeja Paisa.