Por los senderos del Bambuco

 

Un poco de historia sobre uno de los géneros consentidos de la Trova Yucateca

El bambuco es un género musical muy peculiar, pues se escribe en compás de 6/8 pero se marca a dos tiempos como si de tresillos se tratase.

Además, el silencio de octavo (corchea) con el que inicia el acompañamiento lo convierte en uno de los ritmos más difíciles de interpretar para los principiantes en las lides trovadorescas.

No obstante, su encanto es casi mágico y a su embrujo no me pude resistir. Me confieso un adicto incorregible a los bambucos. En este género musical, que tiene sus orígenes en el país hermano de Colombia, he escrito la mayor parte de mis canciones; pero… ¿Cuál es el origen de los bambucos?

 

El Bambuco

 

Procedente de Colombia, el bambuco llegó a Yucatán primeramente traído en 1907 a la península por el dueto antioqueño de Pelón y Marín, cuyos integrantes fueron Pelón Santamarta y Adolfo Marín y que tuvieron una breve estancia en la ciudad de Mérida.

Doce años más tarde, en 1919, arriba a Yucatán el dueto colombiano de Alejandro Wills y Alberto Escobar, abnegados artistas que en largos años de faenas y estudios hicieron todo un arte el cultivo de este género y crearon en Yucatán un ferviente auditorio para ese género, lo cual sería decisivo para despertar el interés de los compositores peninsulares por crear sus propias canciones en este ritmo dulce y asincopado, así fue como nació el bambuco Yucateco.

Hagamos una primera pausa para hablar de estos entrañables trovadores a los que debemos el habernos traído uno de los ritmos más apreciados y cultivados por nuestros trovadores peninsulares.

El verdadero nombre de Pelón Santamarta era Pedro León Franco Rave, hijo natural de Francisca Franco Rave y de un esclavo liberado apodado Santamarta por haber nacido en Santa Marta y quien también se dedicaba a la música y la sastrería. Precisamente fue él quien le enseñó el oficio de la sastrería a su hijo.

Fue adoptado, luego por Escolástico Velásquez y su esposa, por lo que en ese tiempo se le conoció como Pedro León Velásquez. El matrimonio le procuró una sólida preparación académica; sin embargo, tuvo que abandonar sus estudios de medicina para unirse, en 1885, al batallón de Granaderos durante la guerra civil colombiana para luchar contra el presidente Rafael Núñez.

Al terminar la guerra se dirigió a Cali, Valle del Cauca y fundó una sastrería. En 1897 formó dueto con su padre. Integró varios tríos y duetos de corta duración hasta que en 1903 formó el famoso dueto de Pelón y Marín, dueto que visitó Panamá, Cuba, Jamaica, Estados Unidos y México, entre otros países americanos

A su regreso a Medellín se desempeñó como cantinero, se dedicó a cantar para sus amigos y a componer. Es en esta época que compone su obra más famosa “Antioqueña” (mejor conocida como “Antioqueñita”) con versos del poeta Miguel Agudelo.

Adolfo Marín nació en Medellín, departamento de Antioquia, Colombia el 25 de Junio de 1882 en barrio de Guanteros, el mismo barrio que su compañero Pelón Santamarta. Ambos se dedicaban a la sastrería y comenzaron sus giras artísticas en 1903.

Desafortunadamente el dueto se disolvió por la salida del país de Pelón Santamarta. Cuando en 1905 regresa a Medellín busca a Adolfo Marín y el dueto vuelve a dejar oír su voz en las calles de Colombia. En 1907 viajan a Panamá donde los reciben tan bien que deciden fundar una sastrería ahí.

Ese mismo año se trasladan a Jamaica y de ahí a la Isla de Cuba, donde a nadie pareció interesar la música de los colombianos y pasan apuros económicos. Se enlistan con una compañía bufo-cubana que realizaba viajes con relativa frecuencia a Mérida, Yucatán, lugar donde se presentan como “Los Trovadores Colombianos”.

Pronto conquistarían los corazones de los Yucatecos con su arte y el éxito no se dejó esperar. Con los ánimos de nuevo en alto reciben una noticia inesperada: en Septiembre de 1908 el dueto fue contratado por la compañía Columbia-México por la cantidad de 400 dólares (suma considerable en aquel entonces) para grabar cuarenta canciones contenidas en veinte discos sencillos en la ciudad de México. Por desgracia gran parte de estas grabaciones se perdieron por completo.

El primer sencillo que graban contiene por un lado el bambuco “El enterrador” y en el reverso el pasillo “Jamás”. El dueto se vería luego de esta histórica grabación disuelto en la ciudad de México. Y digo histórica porque fue el primer dueto colombiano en grabar sus canciones en disco, y fueron canciones colombianas en su mayoría.

Ricardo Palmerín Pavía (cuyo verdadero nombre debió ser Ricardo Hernández Pavía, pues su padre fue un soldado de origen Zacatecano de apellido Hernández Palmerín el cual, por razones aún desconocidas invirtió el orden de sus apellidos mientras radicaba en la ciudad de Tekax, Yucatán, ciudad donde nació este célebre compositor) fue uno de los primeros en cultivar este género con gran acierto a grado tal que aún se siguen interpretando la mayor parte de sus bambucos. Esto lo demuestra el hecho de que entre el repertorio de los trovadores de la península yucateca se destaquen los bambucos “Flores aladas”, “Semejanzas”, “Que entierren mi cuerpo”, “Novia envidiada”, “Neblina”, “El crucifijo”, “Las dos rosas”, etc. Todas de la autoría de Ricardo Palmerín.

 

Orígenes del Bambuco

 

Son muy pocos e imprecisos los datos que se conocen en lo que se refiere al origen del bambuco; y éstos se basan, en su mayoría, en recuentos anecdóticos transmitidos por tradición oral. Esto es, narrados de una generación a otra.

Se ha discutido demasiado sobre los orígenes del bambuco; sin embargo muchos investigadores coinciden en que fue producto del mestizaje que se dio, posterior a la conquista, de los ritmos europeos procedentes de España y la música indígena de América. Esta hipótesis asegura que los bailes de fandango, la tirana, el bolero y la seguidilla andaluza, preferidos por la clase media Española asentada en el territorio colombiano, fueron el punto de partida para la creación de fandanguillos criollos que evolucionaron y se fusionaron con las aportaciones musicales indígenas y africanas existentes en los antiguos departamentos de Antioquia y el Cauca para dar paso a un género nuevo que subsistiría hasta nuestros días: El bambuco.

En su proceso de colonización y difusión cultural los españoles transmitieron sus cantos, danzas, aires musicales e instrumentos en todas sus colonias de ultramar. En las tertulias y fiestas de la aristocracia colonial en las veladas de las huestes conquistadoras, en las fiestas de diversión popular, en las haciendas y en las nacientes urbes coloniales, se conocieron los aires españoles. Una música con mezcla de alegría flamenca y andaluza, con la melancolía y cadencia castellanas y el misterio sonoro de la arábiga.

En el siglo XVI se caracterizó la canción acompañada con vihuela y con guitarra. A principios del siglo XIX se habla ya del bambuco como baile criollo nacional de Colombia. Los españoles introdujeron la guitarra la bandola, el tiple y demás variantes instrumentales de cuerda.